ROMERÍA DE
LOS GITANOS.
D. Doroteo fue elegido, por la Conferencia Episcopal
Española, miembro de la Comisión de Migraciones en el año 1966. En esa Comisión
estuvo integrado hasta el mes de Enero de 1979, fecha en que, por creerse
imposibilitado para ejercer el ministerio episcopal, aceptó de renuncia a la
diócesis que había solicitado a Su Santidad.
Representando a la Conferencia Episcopal, y en nombre de
la Comisión de Migraciones, viajó por países europeos para ver la vida de los
españoles y conocer sus problemas. También acude a reuniones de la etnia
gitana. Yo tuve que acompañarle, una vez a la reunión de los Gitanos en
Santiago de Compostela. Y varias veces a la que celebraban todos los años el
último domingo de Octubre en Fregenal de la Sierra (Badajoz), conocida
popularmente como Romería de los Gitanos. Lo hacían en honor a la Virgen
de los Remedios.
Domingo 27 de Octubre de 1974. Vamos a Fregenal de la
Sierra. Dista de Badajoz 97 kilómetros. El día va clareando. Salimos a las 9 de
la mañana y el clima es agradable. Nuestro vehículo, SEAT 124, serpentea por
las carreteras en curvas y va dejando atrás los encinares y poblaciones. Cuando
llegamos era ya casi las 10´30 horas. Pero ese no era nuestro destino. Vamos al
Santuario de la Virgen de los Remedios, para lo cual tenemos que tomar un
camino con un recorrido de 6 kilómetros. Vemos a muchas personas que van
andando, algunas descalzas. Van alegres y cantando. Hacemos una parada y nos
hablan de que van en peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de los
Remedios. “Queremos acompañar a los gitanos. Ellos le tienen mucha devoción, nosotros también. Juntos
queremos rezarle y honrar a la Virgen.”
Llegamos al valle donde se asienta el Santuario y era
un bullicio de gente. Se veían
caravanas y tiendas que son de las
familias que vinieron el día anterior y han pasado la noche aquí. Llegan
autobuses y coches. A la sombra de las encinas se acomodan los peregrinos en
grupos de amigos o familias.
Aparcamos el coche junto a la Iglesia y nos dirigimos a
una de las encinas. Nos enteramos que llegaba gente no solo de poblaciones
cercanas sino de muchos pueblos de la provincia y de ciudades españolas y europeas. Esta reunión junto a la Virgen de los Remedios tiene gran aceptación entre
la etnia gitana.
– El “Papa nuestro” –oímos decir.
Era un gitano de edad avanzada que al
ver al Sr. Obispo, comenzaba a caminar hacia él, con bastón en mano agitándolo
con gracia. Unos chiquillos, que habían oído la voz, iban tras él saltando como
gorriones. Otras personas se acercaron. Alguno le exponía las quejas del cura
de su pueblo, otros para hacerle preguntas sobre la
Santísima Virgen, o simplemente dialogar sobre su familia, y todos para manifestar su gran alborozo de
estar en los Remedios. Se oyen, a lo lejos, cantos de flamenco y corros
jaleando. La alegría de estar juntos.
La Misa se celebra en el patio del Santuario, en donde se
ha preparado un entarimado suficientemente alto para que todos puedan seguir la
ceremonia eucarística.
El Santuario es una obra del siglo
XVII, que sustituyó a una Ermita que había anteriormente. Presenta en su
exterior una fisonomía donde se combinan la cal, el ladrillo rojo y la piedra
de granito, con una buena armonía de materiales y distribución de elementos
arquitectónicos entre los que destacan las dos cúpulas ochavadas que cubren el
presbiterio y camarín de la imagen. El ascenso al camarín de la imagen se
realiza por una escalera y la Iglesia es muy hermosa y amplia, pero
insuficiente para albergar tanta gente como acude hoy. Por eso se celebra la
Eucaristía en el patio del Santuario.
Son las doce. Los
peregrinos se acercan hasta llenar la explanada. Hace calor, el sol pega
fuerte, pero todos aguantan estoicos y con gran devoción. Es una celebración festiva con cantos y
guitarras, al estilo de gozo gitano. Tambien las palabras que dice el Obispo en
el sermón son comentadas con entusiasmo.
Terminado el acto religioso se dispersan con aparente
desorden hacia la sombra de los árboles y aparecen las viandas: las tortillas,
chuletas, jamón, chorizo, queso, que
acompañan con el vino, cerveza, refrescos. Los peregrinos intercambian comidas,
los niños juegan alrededor de la familia. ¿Habrá quien cuente las gentes que
hay? Son miles. Admirable unión la que demuestran estos payos y gitanos.
Algunos se acercan al Obispo para obsequiarle con su tortilla campera, el vaso
de vino y agradable conversación.
La tarde va cayendo y nosotros tenemos que marcharnos.
Los dejamos con sus cantes y bailes, que se mezclan con el aire de este paisaje
pintoresco.
D. Doroteo tiene materia para exponerla en la Comisión de
Emigración con finalidad misionera.
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