miércoles, 19 de septiembre de 2018

Romería de los gitanos








ROMERÍA DE LOS GITANOS.

D. Doroteo fue elegido, por la Conferencia Episcopal Española, miembro de la Comisión de Migraciones en el año 1966. En esa Comisión estuvo integrado hasta el mes de Enero de 1979, fecha en que, por creerse imposibilitado para ejercer el ministerio episcopal, aceptó de renuncia a la diócesis que había solicitado a Su Santidad.
Representando a la Conferencia Episcopal, y en nombre de la Comisión de Migraciones, viajó por países europeos para ver la vida de los españoles y conocer sus problemas. También acude a reuniones de la etnia gitana. Yo tuve que acompañarle, una vez a la reunión de los Gitanos en Santiago de Compostela. Y varias veces a la que celebraban todos los años el último domingo de Octubre en Fregenal de la Sierra (Badajoz), conocida popularmente como Romería de los Gitanos. Lo hacían en honor a la Virgen de los Remedios.

Domingo 27 de Octubre de 1974. Vamos a Fregenal de la Sierra. Dista de Badajoz 97 kilómetros. El día va clareando. Salimos a las 9 de la mañana y el clima es agradable. Nuestro vehículo, SEAT 124, serpentea por las carreteras en curvas y va dejando atrás los encinares y poblaciones. Cuando llegamos era ya casi las 10´30 horas. Pero ese no era nuestro destino. Vamos al Santuario de la Virgen de los Remedios, para lo cual tenemos que tomar un camino con un recorrido de 6 kilómetros. Vemos a muchas personas que van andando, algunas descalzas. Van alegres y cantando. Hacemos una parada y nos hablan de que van en peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de los Remedios. “Queremos acompañar a los gitanos. Ellos le tienen  mucha devoción, nosotros también. Juntos queremos rezarle y honrar a la Virgen.”
Llegamos al valle donde se asienta el Santuario y era un  bullicio de gente. Se veían caravanas  y tiendas que son de las familias que vinieron el día anterior y han pasado la noche aquí. Llegan autobuses y coches. A la sombra de las encinas se acomodan los peregrinos en grupos de amigos o familias.
Aparcamos el coche junto a la Iglesia y nos dirigimos a una de las encinas. Nos enteramos que llegaba gente no solo de poblaciones cercanas sino de muchos pueblos de la provincia y de ciudades españolas y  europeas. Esta reunión junto a la Virgen  de los Remedios tiene gran aceptación entre la etnia gitana.
– El “Papa nuestro” –oímos decir.
Era un gitano de edad avanzada que al ver al Sr. Obispo, comenzaba a caminar hacia él, con bastón en mano agitándolo con gracia. Unos chiquillos, que habían oído la voz, iban tras él saltando como gorriones. Otras personas se acercaron. Alguno le exponía las quejas del cura de su pueblo, otros para hacerle preguntas sobre la Santísima Virgen, o simplemente dialogar sobre su familia,  y todos para manifestar su gran alborozo de estar en los Remedios. Se oyen, a lo lejos, cantos de flamenco y corros jaleando. La alegría de estar juntos.
La Misa se celebra en el patio del Santuario, en donde se ha preparado un entarimado suficientemente alto para que todos puedan seguir la ceremonia eucarística.
El Santuario es una obra del siglo XVII, que sustituyó a una Ermita que había anteriormente. Presenta en su exterior una fisonomía donde se combinan la cal, el ladrillo rojo y la piedra de granito, con una buena armonía de materiales y distribución de elementos arquitectónicos entre los que destacan las dos cúpulas ochavadas que cubren el presbiterio y camarín de la imagen. El ascenso al camarín de la imagen se realiza por una escalera y la Iglesia es muy hermosa y amplia, pero insuficiente para albergar tanta gente como acude hoy. Por eso se celebra la Eucaristía en el patio del Santuario.
Son  las doce. Los peregrinos se acercan hasta llenar la explanada. Hace calor, el sol pega fuerte, pero todos aguantan estoicos y con gran devoción.  Es una celebración festiva con cantos y guitarras, al estilo de gozo gitano. Tambien las palabras que dice el Obispo en el sermón son comentadas con entusiasmo.
Terminado el acto religioso se dispersan con aparente desorden hacia la sombra de los árboles y aparecen las viandas: las tortillas, chuletas, jamón, chorizo, queso,  que acompañan con el vino, cerveza, refrescos. Los peregrinos intercambian comidas, los niños juegan alrededor de la familia. ¿Habrá quien cuente las gentes que hay? Son miles. Admirable unión la que demuestran estos payos y gitanos. Algunos se acercan al Obispo para obsequiarle con su tortilla campera, el vaso de vino y agradable conversación.
La tarde va cayendo y nosotros tenemos que marcharnos. Los dejamos con sus cantes y bailes, que se mezclan con el aire de este paisaje pintoresco.
D. Doroteo tiene materia para exponerla en la Comisión de Emigración con finalidad misionera.

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