CAPILLA MAYOR DE LA CATEDRAL
La Capilla Mayor, en la Catedral Metropolitana de
Badajoz es el lugar donde se celebran las ceremonias religiosas más
importantes.
Hay también, en el Templo Catedralicio, 14 Capillas
más, en donde se pueden celebrar actos de culto religioso.
La Capilla Mayor de la Catedral Metropolitana de
Badajoz se beneficia de las siguientes piezas: Retablo, Arco toral, Altar,
Silla Episcopal y Sillería. Todo ello está resguardado por unas artísticas
rejas.
EL RETABLO.
La Capilla
Mayor de la Catedral de Badajoz presenta un magnífico Retablo, fabricado a modo de Tabernáculo, mandado hacer
por el Obispo D. Francisco Valero y Losa. Este Obispo había nacido en
Villanueva de la Jara, provincia de Cuenca. Estudió en la Universidad de Alcalá de Henares, donde
se doctoró en Filosofía e hizo la licenciatura en Teología. Recibió el orden
del sacerdocio y no tardó mucho en ser designado como cura de su pueblo natal.
Durante la
Guerra de Sucesión ocurrió un episodio a finales de septiembre de 1706 que
dejaría en Villanueva de la Jara una huella de su gran personalidad. Las tropas
del Archiduque avanzaban desde Valencia hacia la Mancha y la Villa de la
Jara opuso resistencia a su paso,
expuestos a las violencias del ejército poderoso enemigo. El cura Valero
acaudilló a los del pueblo y los libró de la violencia. La hazaña y carácter
firme de este cura aumentó el prestigio de hombre defensor del ser
humano, de lo religioso y espiritual. Su fama
de ilustre personaje llegó hasta el Rey Felipe V, que no tardó en
determinar que fuera nombrado para la dignidad
episcopal de Badajoz. Fue nombrado Obispo pacense el 1 de mayo de 1707.
Fue el 11 de junio de 1707 cuando
hizo la entrada en Badajoz. Se estaban celebrando las ceremonias de la octava
del Corpus. Al visitar la Catedral observó que el Retablo colocado en el Altar
“no decía” con la Capilla que fabricó
el Ilmo. Sr. D. Juan Marín de Rodezno. Y
que para las funciones del Corpus
y otras, merecía tener algo mejor, más digno.
Esta idea le bullía en la cabeza como olas sin descanso. Y le inquietaba. No tardó,
pues, en tener una reunión con el Cabildo de la Catedral manifestándole que la
Capilla merecía tener un majestuoso tabernáculo muy lleno de tallas, figuras y pinturas, en donde se expusiera a su divina
Majestad con la magnificencia y grandeza
debida a tan Soberano Misterio.
SE FABRICA EL TABERNÁCULO
En
aquella reunión nadie puso obstáculo a tal propuesta. Todos estuvieron de
acuerdo. La obra se encargó. Pero tardó varios años en hacerse, tiempo que se
le hacía largo al impaciente y sesudo Cabildo.
–
Podemos escribir a D. Jinés López, artista asentado en Madrid, que se ha
comprometido a la ejecución, dijo D.
Juan Casas, canónigo Magistral de
Badajoz.
– No es conveniente todavía, pues son
muchas las filigranas que tiene esa obra y creo que debemos esperar un poco
más, le contestó el Deán y canónigo D. Cristóbal Galván.
Por
fin, se terminó la zozobra. Los canónigos conversaban inquietos en la puerta de
la Iglesia, como en los días soleados. Habían comunicado el envío. Era Enero de 1717 cuando llegaron los
maestros y oficiales con la obra y el maderaje. Reconocieron el sitio y
hallaron que el frontis de la pared quedaba muy desnudo y que era preciso
rellenarlo de buena obra, correspondiente al tabernáculo. Avisaron a su
Excelencia, el Obispo, la deformidad que hallaban y dio orden para que se
perfeccionase en todo como convenía. Así lo hicieron. El 17 de Noviembre estaba
acabado todo y puesto en su lugar. Y el año 1722 lo doró el artista Manuel de
los Reyes.
Cualquiera
puede admirar esta maravilla del arte barroco. Para ello, deberá entrar
en la Catedral, ponerse ante el altar Mayor y mirar detenidamente todos los
detalles que contiene. Quedará admirado contemplando las innumerables filigranas,
así como las imágenes. Y si se ilumina con el alumbrado extraordinario del que
goza la Catedral, lo apreciará mejor.
Es una
obra del estilo barroco. De forma rectangular y en
madera dorada. Mide 12
metros de altura, 4,26 metros de ancho y
3´70 metros de fondo. Está recargado de
bellos adornos: repisas, grutescos y otros elementos decorativos vegetales,
propios del estilo barroco, ejecutados con moderación y finura que le hacen ser
un retablo majestuoso y elegante. En él sobresalen dieciocho columnas salomónicas
y catorce estípites.
Sobre
el banco, en donde se adosaba antiguamente el
Altar para celebrar la Santa Misa de espaldas al pueblo, se halla el sagrario
con puerta de pinturas de paloma (significando al Espíritu Santo) sobre un
cáliz, rodeado de palmas, y escoltada por dos columnitas salomónicas. De este
banco sobresalen las soberbias columnas salomónicas que sostienen los
siguientes cuerpos.
(Debemos
recordar que las Misas se decían de
espaldas a los fieles. La
celebración de la santa Misa de cara a los fieles se hizo
común a partir de las reformas litúrgicas posteriores al Concilio Vaticano II.)
En el primer cuerpo
preside la imagen de San Juan Bautista, Patrono de la Catedral, de la
Ciudad y de la Diócesis. Es una espléndida y artística figura, que viste túnica
rizada y a modo de piel de camello, lleva un manto rojo que le cae del hombro
izquierdo, con cuyo brazo sostiene su característica banderola; y el derecho lo
dirige hacia un corderito señalándolo con el dedo índice de la mano, mientras lo
mira sonriente. Parece decirle: “Este es el cordero que quita el pecado del
mundo.” El corderito, con lana rizada, apoya una de sus patas delanteras
sobre el muslo izquierdo del santo, levantando su cabeza y cruzando su mirada
con el Bautista. Esta imagen de san Juan Bautista fue hecha por Juan Alonso
Villabrille y Ron, escultor español que se había afincado en Madrid y autor de
la famosa Cabeza de san Pedro, que se guarda en el Museo Nacional de
escultura de Valladolid.
Al
lado derecho del santo Patrono está la figura de san Pedro, de cuya mano
izquierda cuelgan unas llaves, que hacen recordar aquello que le dijo Jesús: “Te
daré las llaves del Reino” y la diestra sostiene un libro, muestra de sus
escritos. Al otro lado del Bautista, está la figura de san Pablo, con un
libro en una de sus manos, que nos hace presentes sus inspiradas cartas. Y en
la otra, la espada, símbolo de su martirio. Los dos apóstoles visten túnica y
manto.
En
peanas que separan el primero del segundo cuerpo hay cuatro ángeles con
una mano en alto que sostenían lámparas de plata, hoy desaparecidas.
El
segundo cuerpo lo preside la Inmaculada, talla verdaderamente
primorosa y llena de fino encanto. Tiene hermosa corona. Viste túnica blanca y
gran manto azul, lleno todo ello de pinturas doradas. Junta las manos como en
oración contemplativa. A sus pies, le hacen honores unos querubines.
Es de autor desconocido y fue mandada, al igual que la de san Juan Bautista,
desde Madrid por disposición del obispo Valero.
A
la derecha de la Virgen se haya la
imagen de san Atón, vistiendo sotana, sobrepelliz y capa pluvial. En una
mano tiene un libro sobre el cual está la mitra de Obispo y con la otra ase el
báculo de pastor de la Iglesia. Según la tradición popular, era natural de
Badajoz, marchó al Monasterio Benedictino de Valhumbrosa en Italia y fue Abad
del mismo, luego fue elegido Obispo de Pistoya, en donde descansan sus restos;
escribió varios libros.
A
la izquierda está la figura de san Francisco Javier, de rostro de
piadoso misionero, con sotana, sobrepelliz y estola, en su mano izquierda eleva
una cruz que la señala con la otra mano.
En el
ático, se muestran las tres virtudes
teologales, vistiendo amplios ropajes y con significativos símbolos. En el
centro, la fe portando una cruz y un cáliz; a su derecha la caridad,
con un niño en su regazo; y a la izquierda la esperanza, con un ancla.
En el
fondo, a ambos lados del Retablo, se plasmó,
también en madera dorada, el escudo del Obispo Valero, como emocionado
recuerdo al generoso Obispo. Tiene insignias de Arzobispo: sombrero, cruz con
doble travesaño y cuatro hileras de borlas. En él se muestran detalles de su vida cuando era párroco protegiendo a sus
feligreses: La torre ardiendo con dos heridos, montaña con un árbol y dos
animales, rodeado todo de llaves.
Todas las imágenes están policromadas y fueron hechas, a excepción de
san Juan Bautista y la Inmaculada, por
Miguel Sánchez Taramas y Francisco Ruiz Amador, escultores de reconocida
fama en Badajoz.
El artífice del Tabernáculo es Jinés López, el dorador Manuel de los
Reyes y el ejecutor del escudo fue Cristóbal Morgado.
ARCO TORAL
Este Arco está protegiendo el Retablo. Cuando se hizo la obra también
protegía el Altar, pues estaban unidos. (La Eucaristía se celebraba de espalda
a los fieles. A partir de las reformas litúrgicas posteriores al Concilio
Vaticano II, la celebración de la Eucaristía de cara a los fieles se hizo común
y el Altar hubo de separarlo del Retablo.)
Este arco está lleno de pinturas significativas. Sobresale en la parte
superior el Cordero, sello de la Catedral de Badajoz. A este Arco, algunos le
llaman Arco Triunfal porque resguardaba la fascinante obra del Retablo y el
Altar donde se celebra el misterio de la Sagrada Eucaristía.
Detrás del arco hay una pequeña campana, con agradable sonido, para
señalar el momento más importante de una celebración, especialmente la
Eucarística.
AMBONES
Hay dos ambones.
Uno para lecturas de las
celebraciones (especialmente el Evangelio y lecturas bíblicas) y, en el lado
opuesto, otro para ser utilizado por el director de la música, avisos, o a otras lecturas. Estos
ambones están protegidos por unas finas y artísticas rejas del tiempo del
Obispo Marín de Rodezno.
REJAS
Toda la Capilla Mayor está guardada por unas artísticas rejas. Fueron fabricadas, y puestas, a finales del siglo XVII, siendo Obispo D.
Juan Marín de Rodezno. En ellas se puede observar que están hechas con
elaborado estudio. Se ven volutas que van unidas entre sí, haciendo preciosas ESES. Caprichosos roleos que parecen tirabuzones.
Todo sujeto con fuertes tornillos. Terminan en figuras de corazón invertido y
finalizan en puntas de lanza. Se ven figuras geométricas. Balaustres adornados
con flores. Columnas salomónicas. Etc.
Es una deliciosa obra de arte y firme protección de la Capilla.
NOTA: Las siguientes piezas se
hicieron en los años 2005-2009. Siendo Obispo D. Santiago García Aracil.
EL ALTAR
Primeramente se hizo de madera, luego de mármol de
Quintana de la Serena y después tal como se observa ahora.
La MESA DE ALTAR se halla en el
centro del Presbiterio y es de madera de nogal español. Se remata con unas
molduras que tienen símbolos eucarísticos: La Cena del Señor en el frontal, la
Multiplicación de los panes y peces en el costado,
la Vid y los sarmientos en la parte posterior, el Maná y las codornices en el
otro costado.
Estas molduras sostienen una magnífica piedra pulida de Ónice verde de Pakistán. Y las molduras están
sostenidas por cuatro pilares con
columnillas adosadas, también de nogal español. En ellas se representan cuatro
capillas con las esculturas de los cuatro
evangelistas, portando cada uno de ellos un pergamino alusivo a la
eucaristía. Cierra el perímetro inferior
un zócalo que robustece la pieza y que acoge en su parte interior y exterior,
resaltada en plata, la representación alterna de la luna y el sol, como alusión a Cristo, principio y fin de los
tiempos.
El ARA del Altar está situado en el interior de la Mesa. Es una talla
en piedra que alberga un pequeño relicario. Cuatro pequeños ángeles, labrados en bronce, ofrecen
atributos de la pasión de Cristo, culminando toda la composición con la talla
policromada de Cristo Resucitado,
que cierra y ordena toda la obra.
El escultor de este altar fue Manuel López Pérez.
SEDE EPISCOPAL
La Sede Episcopal, lugar del Sr. Arzobispo presidiendo la Asamblea de
los cristianos, se sitúa entre el Retablo y el Altar, más cerca del Retablo
para dejar el necesario espacio entre Sede y Altar. Está fabricada de nogal español, coronada por una crestería tallada en estilo gótico y
rematada por una escultura en bronce que
representa a Jesús el Buen Pastor y en los laterales, dos Ángeles en oración, del mismo
material: uno con referencia al sepulcro vacío y otro a motivos eucarísticos.
El escultor fue Manuel López Pérez.
A los lados de la Silla Episcopal están colocados dos taburetes, uno para el maestro de ceremonias y el otro
para el ayudante directo al celebrante. También está el báculo del Sr.
Arzobispo.
SILLERÍA
La sillería son los asientos que los Señores Canónigos utilizan en las
ceremonias de la Catedral mientras están en el Presbiterio (lugar propio de los
sacerdotes).
Son veinte sillas (diez a cada lado), realizadas por
Antonio Rodríguez Chaparro, de madera pino tea, teñida de nogal.
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