jueves, 26 de abril de 2018

Retablo de la Capilla Mayor de la Catedral de Badajoz






           
                       
CAPILLA MAYOR DE LA CATEDRAL

La Capilla Mayor, en la Catedral Metropolitana de Badajoz es el lugar donde se celebran las ceremonias religiosas más importantes.
Hay también, en el Templo Catedralicio, 14 Capillas más, en donde se pueden celebrar actos de culto religioso.
La Capilla Mayor de la Catedral Metropolitana de Badajoz se beneficia de las siguientes piezas: Retablo, Arco toral, Altar, Silla Episcopal y Sillería. Todo ello está resguardado por unas artísticas rejas. 



EL RETABLO.

La Capilla Mayor de la Catedral de Badajoz presenta un magnífico Retablo, fabricado a modo de Tabernáculo, mandado hacer por el Obispo D. Francisco Valero y Losa. Este Obispo había nacido en Villanueva de la Jara, provincia de Cuenca. Estudió  en la Universidad de Alcalá de Henares, donde se doctoró en Filosofía e hizo la licenciatura en Teología. Recibió el orden del sacerdocio y no tardó mucho en ser designado como cura de su pueblo natal.
Durante la Guerra de Sucesión ocurrió un episodio a finales de septiembre de 1706 que dejaría en Villanueva de la Jara una huella de su gran personalidad. Las tropas del Archiduque avanzaban desde Valencia hacia la Mancha y la Villa de la Jara  opuso resistencia a su paso, expuestos a las violencias del ejército poderoso enemigo. El cura Valero acaudilló a los del pueblo y los libró de la violencia. La hazaña y carácter firme  de este cura aumentó  el prestigio de hombre defensor del ser humano, de lo religioso y espiritual. Su fama  de ilustre personaje llegó hasta el Rey Felipe V, que no tardó en determinar que fuera nombrado para la dignidad  episcopal de Badajoz. Fue nombrado Obispo pacense el 1 de mayo de 1707.
Fue el 11 de junio de 1707 cuando hizo la entrada en Badajoz. Se estaban celebrando las ceremonias de la octava del Corpus. Al visitar la Catedral observó que el Retablo colocado en el Altar “no decía”  con la Capilla que  fabricó  el Ilmo. Sr. D. Juan Marín de Rodezno. Y  que para las funciones  del Corpus y otras, merecía tener algo mejor, más digno.
Esta idea le bullía en la cabeza como  olas sin descanso. Y le inquietaba. No tardó, pues, en tener una reunión con el Cabildo de la Catedral manifestándole que la Capilla merecía tener un majestuoso tabernáculo muy lleno de tallas,  figuras y pinturas,  en donde se expusiera a su divina Majestad  con la magnificencia y grandeza debida a tan Soberano Misterio.

SE FABRICA EL TABERNÁCULO
En aquella reunión nadie puso obstáculo a tal propuesta. Todos estuvieron de acuerdo. La obra se encargó. Pero tardó varios años en hacerse, tiempo que se le hacía largo al impaciente y sesudo Cabildo.
– Podemos escribir a D. Jinés López, artista asentado en Madrid, que se ha comprometido a la ejecución, dijo  D. Juan  Casas, canónigo Magistral de Badajoz.
– No es conveniente todavía, pues son muchas las filigranas que tiene esa obra y creo que debemos esperar un poco más, le contestó el Deán y canónigo D. Cristóbal Galván.
Por fin, se terminó la zozobra. Los canónigos conversaban inquietos en la puerta de la Iglesia, como en los días soleados. Habían comunicado el envío. Era Enero de 1717 cuando llegaron los maestros y oficiales con la obra y el maderaje. Reconocieron el sitio y hallaron que el frontis de la pared quedaba muy desnudo y que era preciso rellenarlo de buena obra, correspondiente al tabernáculo. Avisaron a su Excelencia, el Obispo, la deformidad que hallaban y dio orden para que se perfeccionase en todo como convenía. Así lo hicieron. El 17 de Noviembre estaba acabado todo y puesto en su lugar. Y el año 1722 lo doró el artista Manuel de los Reyes.
Cualquiera puede admirar esta  maravilla del arte barroco. Para ello, deberá entrar en la Catedral, ponerse ante el altar Mayor y mirar detenidamente todos los detalles que contiene. Quedará admirado contemplando las innumerables filigranas, así como las imágenes. Y si se ilumina con el alumbrado extraordinario del que goza la Catedral, lo apreciará mejor.
Es una obra del estilo barroco. De forma rectangular y en madera dorada. Mide 12 metros de altura, 4,26 metros de ancho y 3´70 metros de fondo.  Está recargado de bellos adornos: repisas, grutescos y otros elementos decorativos vegetales, propios del estilo barroco, ejecutados con moderación y finura que le hacen ser un retablo majestuoso y elegante. En él sobresalen dieciocho columnas salomónicas y catorce estípites.
Sobre el banco, en donde se adosaba antiguamente el Altar para celebrar la  Santa Misa  de espaldas al pueblo, se halla el sagrario con puerta de pinturas de paloma (significando al Espíritu Santo) sobre un cáliz, rodeado de palmas, y escoltada por dos columnitas salomónicas. De este banco sobresalen las soberbias columnas salomónicas que sostienen los siguientes cuerpos.
(Debemos recordar que las Misas se decían de espaldas a los fieles. La celebración de la santa Misa de cara a los fieles se hizo común a partir de las reformas litúrgicas posteriores al Concilio Vaticano II.)
 En el primer cuerpo preside la imagen de San Juan Bautista, Patrono de la Catedral, de la Ciudad y de la Diócesis. Es una espléndida y artística figura, que viste túnica rizada y a modo de piel de camello, lleva un manto rojo que le cae del hombro izquierdo, con cuyo brazo sostiene su característica banderola; y el derecho lo dirige hacia un corderito señalándolo con el dedo índice de la mano, mientras lo mira sonriente. Parece decirle: “Este es el cordero que quita el pecado del mundo.” El corderito, con lana rizada, apoya una de sus patas delanteras sobre el muslo izquierdo del santo, levantando su cabeza y cruzando su mirada con el Bautista. Esta imagen de san Juan Bautista fue hecha por Juan Alonso Villabrille y Ron, escultor español que se había afincado en Madrid y autor de la famosa Cabeza de san Pedro, que se guarda en el Museo Nacional de escultura de Valladolid.
Al lado derecho del santo Patrono está la figura de san Pedro, de cuya mano izquierda cuelgan unas llaves, que hacen recordar aquello que le dijo Jesús: “Te daré las llaves del Reino” y la diestra sostiene un libro, muestra de sus escritos. Al otro lado del Bautista, está la figura de san Pablo, con un libro en una de sus manos, que nos hace presentes sus inspiradas cartas. Y en la otra, la espada, símbolo de su martirio. Los dos apóstoles visten túnica y manto.
En peanas que separan el primero del segundo cuerpo hay cuatro ángeles con una mano en alto que sostenían lámparas de plata, hoy desaparecidas.
 El segundo cuerpo lo preside la Inmaculada, talla verdaderamente primorosa y llena de fino encanto. Tiene hermosa corona. Viste túnica blanca y gran manto azul, lleno todo ello de pinturas doradas. Junta las manos como en oración contemplativa.  A sus  pies, le hacen honores unos querubines. Es de autor desconocido y fue mandada, al igual que la de san Juan Bautista, desde Madrid por disposición del obispo Valero.
A la derecha de la Virgen  se haya la imagen de san Atón, vistiendo sotana, sobrepelliz y capa pluvial. En una mano tiene un libro sobre el cual está la mitra de Obispo y con la otra ase el báculo de pastor de la Iglesia. Según la tradición popular, era natural de Badajoz, marchó al Monasterio Benedictino de Valhumbrosa en Italia y fue Abad del mismo, luego fue elegido Obispo de Pistoya, en donde descansan sus restos; escribió varios libros.
A la izquierda está la figura de san Francisco Javier, de rostro de piadoso misionero, con sotana, sobrepelliz y estola, en su mano izquierda eleva una cruz que la señala con la otra mano.
En el ático, se muestran las tres virtudes teologales, vistiendo amplios ropajes y con significativos símbolos. En el centro, la fe portando una cruz y un cáliz; a su derecha la caridad, con un niño en su regazo; y a la izquierda la esperanza, con un ancla.
En el fondo, a ambos lados del Retablo, se plasmó, también en madera dorada, el escudo del Obispo Valero, como emocionado recuerdo al generoso Obispo. Tiene insignias de Arzobispo: sombrero, cruz con doble travesaño y cuatro hileras de borlas. En él se muestran detalles de  su vida cuando era párroco protegiendo a sus feligreses: La torre ardiendo con dos heridos, montaña con un árbol y dos animales,  rodeado todo de llaves.
Todas las imágenes están policromadas y fueron hechas, a excepción de san Juan Bautista y la Inmaculada, por  Miguel Sánchez Taramas y Francisco Ruiz Amador, escultores de reconocida fama en Badajoz.
El artífice del Tabernáculo es Jinés López, el dorador Manuel de los Reyes y el ejecutor del escudo fue Cristóbal Morgado.

ARCO TORAL

Este Arco está protegiendo el Retablo. Cuando se hizo la obra también protegía el Altar, pues estaban unidos. (La Eucaristía se celebraba de espalda a los fieles. A partir de las reformas litúrgicas posteriores al Concilio Vaticano II, la celebración de la Eucaristía de cara a los fieles se hizo común y el Altar hubo de separarlo del Retablo.)
Este arco está lleno de pinturas significativas. Sobresale en la parte superior el Cordero, sello de la Catedral de Badajoz. A este Arco, algunos le llaman Arco Triunfal porque resguardaba la fascinante obra del Retablo y el Altar donde se celebra el misterio de la Sagrada Eucaristía.
Detrás del arco hay una pequeña campana, con agradable sonido, para señalar el momento más importante de una celebración, especialmente la Eucarística.
 
AMBONES

Hay dos ambones. Uno  para lecturas de las celebraciones (especialmente el Evangelio y lecturas bíblicas) y, en el lado opuesto, otro para ser utilizado por el director de la música, avisos, o a  otras lecturas.  Estos ambones están protegidos por unas finas y artísticas rejas del tiempo del Obispo Marín de Rodezno.

REJAS
Toda la Capilla Mayor está guardada por unas artísticas rejas. Fueron fabricadas, y puestas,  a finales del siglo XVII, siendo Obispo D. Juan Marín de Rodezno. En ellas se puede observar que están hechas con elaborado estudio. Se ven volutas que van unidas entre sí, haciendo preciosas ESES. Caprichosos roleos que parecen tirabuzones. Todo sujeto con fuertes tornillos. Terminan en figuras de corazón invertido y finalizan en puntas de lanza. Se ven figuras geométricas. Balaustres adornados con flores. Columnas salomónicas. Etc.
Es una deliciosa obra de arte y firme protección de la Capilla. 

NOTA: Las siguientes piezas se hicieron en los años 2005-2009. Siendo Obispo D. Santiago García Aracil.
EL ALTAR
Primeramente se hizo de madera, luego de mármol de Quintana de la Serena y después tal como se observa ahora.
            La MESA DE ALTAR se halla en el centro del Presbiterio y es de madera de nogal español. Se remata con unas molduras que tienen símbolos eucarísticos: La Cena del Señor en el frontal, la Multiplicación de los panes y peces en el costado, la Vid y los sarmientos en la parte posterior, el Maná y las codornices en el otro costado.
Estas molduras sostienen una magnífica piedra pulida de Ónice verde de Pakistán. Y las molduras están sostenidas por cuatro pilares con columnillas adosadas, también de nogal español. En ellas se representan cuatro capillas con las esculturas de los cuatro evangelistas, portando cada uno de ellos un pergamino alusivo a la eucaristía. Cierra el perímetro  inferior un zócalo que robustece la pieza y que acoge en su parte interior y exterior, resaltada en plata, la representación alterna de la luna y el sol, como alusión a Cristo, principio y fin de los tiempos.
El ARA del Altar está situado en el interior de la Mesa. Es una talla en piedra  que alberga un pequeño relicario. Cuatro pequeños ángeles, labrados en bronce, ofrecen atributos de la pasión de Cristo, culminando toda la composición con la talla policromada de Cristo Resucitado, que cierra y ordena toda la obra.
El escultor de este altar fue Manuel López Pérez.


SEDE EPISCOPAL
La Sede Episcopal, lugar del Sr. Arzobispo presidiendo la Asamblea de los cristianos, se sitúa entre el Retablo y el Altar, más cerca del Retablo para dejar el necesario espacio entre Sede y Altar. Está fabricada de nogal español, coronada por una crestería tallada en estilo gótico y rematada por una escultura  en bronce que representa a Jesús el Buen Pastor y en los laterales, dos Ángeles en oración, del mismo material: uno con referencia al sepulcro vacío y otro a motivos eucarísticos. El escultor fue Manuel López Pérez.
A los lados de la Silla Episcopal están colocados dos taburetes,  uno para el maestro de ceremonias y el otro para el ayudante directo al celebrante. También está el báculo del Sr. Arzobispo.



SILLERÍA
La sillería son los asientos que los Señores Canónigos utilizan en las ceremonias de la Catedral mientras están en el Presbiterio (lugar propio de los sacerdotes).
Son veinte sillas (diez a cada lado), realizadas por Antonio Rodríguez Chaparro, de madera pino tea, teñida de nogal.






 


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