jueves, 26 de abril de 2018

Ferrocarril Ciudad Real-Badajoz



FERROCARRIL CIUDAD REAL-BADAJOZ.




                     El día 10 de diciembre de 1866, a las 7 de la tarde,  con ocasión de inaugurar la línea de ferrocarril de Ciudad Real a Badajoz, llegó a esta capital S. M. la Reina Dª Isabel II, acompañada de su augusto esposo S. M. el Rey D. Francisco de Asís, Srmo Sr. D. Alfonso, Príncipe de Asturias, y S. A. R. la Infanta Dª María Isabel Luisa Fernanda, dirigiéndose a la Santa Iglesia Catedral, en medio de las entusiastas aclamaciones de un gentío inmenso que llenaban las calles y plazas, que no se cansaba de verla y admirar en ella las gracias de la juventud, la disposición airosa de su cuerpo, el agrado de su semblante, sus modales nobles y halagüeños,  su afabilidad, bondad y religión.


            La puerta de san Juan estaba adornada con un gran Arco Triunfal, el Escudo del Cabildo y banderas Nacional y Pontificia. Una alfombra cubría la escalinata que desde dentro de la Iglesia se extendía hasta la acera. También estaba iluminada la fachada de la puerta de la Antigua y hasta la Iglesia, con cuantas velas pudieron colocarse, y la Torre como se acostumbraba en las grandes solemnidades.

            En el Templo esperaban el Ilmo. Sr. Obispo y Sres. Capitulares. Entraron el Sr. Presidente del Consejo de Ministros, el Sr. Ministro de  Estado, el Sr. Ministro  de Fomento y el Sr. Obispo de Coria con Sus Altezas Reales y acompañamiento. Tomaron el agua bendita y se dirigieron al Altar Mayor, en donde se colocaron bajo dosel y sobre cojines. Se entonó el Te-Deum, que se cantó a toda orquesta, y, después de las oraciones del Prelado, se dio por finalizado el acto.


            El martes día 11 marcharon  SS. MM. a Portugal. En la mañana del día 15 regresaron a nuestra Capital, se dirigieron a la Catedral con  todo su acompañamiento para oír misa rezada, que ofició el Sr. Obispo D. Fernando Ramírez.  También asistió      el Excmo. Sr. Arzobispo Claret, confesor de S. M., quien antes de la llegada de los Reyes predicó durante media hora, sobre la existencia del alma, a los fieles y clero, que llenaban el Templo.


            A las dos y media de la tarde, el Sr. Obispo y comisionados acompañaron a Sus Majestades y demás autoridades a la estación de ferrocarril, desde donde marcharon a Mérida.

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