SILLERÍA DE CORO
OBRA GENIAL
A
partir del siglo XII se hacen, en las catedrales españolas, unas sillerías de
coro, que son verdaderas obras de arte, con detalles ornamentales espléndidos.
Se colocan en el centro del Templo, como corazón de donde salen las plegarias.
También
en la Catedral
de Badajoz se fabricó. Fue en los años 1554 al 1559. Es obra genial del
renacimiento en el estilo plateresco. Tal es la extraordinaria valía de las
tablas que presenta, que cualquiera que las contempla, queda impresionado ante
estos trabajos que artistas eminentes elaboraron. Así les ocurre a cuantos
visitan Badajoz.
Hablando
de estas sillerías, el Académico Excmo. Sr. D. Pedro Navascués Palacio, en acto
público de su Recepción en la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, dijo: “La
bella e impresionante subestimada Catedral de Badajoz.”
Merece
la pena conocerla. Sobretodo los ciudadanos pacenses, que se verán complacidos
de los buenos tesoros que tenemos.
Observando esta Sillería de Coro, con insistente
paciencia y alargado tiempo, encontraremos figuras y elementos decorativos que
asombran por su cantidad. Se localizan:
465 figuras de hombres.
241 figuras de mujeres.
419 figuras de niños.
349 figuras de ángeles.
256 figuras de animales, de los que 71 son aves.
11.709
elementos decorativos.
Las
figuras humanas se presentan de cuerpo entero, algunas. Otras, de medio cuerpo
o tres cuarto, en su busto o en una sección importante que delata su
característica, como puede ser el rostro.
Lo
mismo ocurre con los animales. Los ángeles se muestran en forma de niños alados
y otros son querubines con dos o cuatro alas.
Las composiciones
se adornan con motivos grutescos que, como dice Ana Ávila en su libro Imágenes y símbolos, “combina lo
imposible con lo certero, lo real con lo imaginario, lo vivo con lo inanimado,
la apariencia con la irrealidad, lo vegetal con lo animal, lo bestial con lo
humano”. Y así pueden apreciarse las máscaras, mascarones, calaveras, arpías,
cariátides, atlantes, bucráneos, putti, cornucopias, monstruos, jarrones,
medallones... entre fustes, pilastras, frisos, enjutas, tímpanos y pedestales.
Y todo está
acompañado de un numeroso repertorio de elementos decorativos que se repiten
alegremente, pero siempre en distinta forma, para dar belleza a la composición,
llegando a observarse la cantidad que antes se dice. Los más comunes son:
Cartelas, colgaduras, arcadas, argollas, ataduras, balaustres, escudos,
templetes, flameros, fruteros, colgantes, lazadas, cenefas, discos, libros,
palmas, hojas, roleos, frutos, alas de ave, alas de libélula, alas de
murciélago, alabardas, alfanjes, alimentos, aljabas, anillos, antorchas,
árboles, arcos, aspas, aureolas, azucenas, báculos, balanzas, bancos, bandejas,
basamentos, bolas, bonetes, botones, broches, calabazas, cálceos, cálices,
calzados, capas, capuchas, capuchones, carátulas, cascos guerreros, cayados,
cenefas, chalecos, cintas, cintos, círculos, clavos, cogullas, collares,
collarines, columnas, columnitas, copas, corazones, cordones, coronas, correas,
cortinajes, cruces, cuchillos, cuerdas, cuernos, cúpulas, dalmáticas,
destellos, disciplinas, doseles, doseletes, emblemas, escapularios, esclavinas,
esferas, espadas, estrellas, fajas, fiadores, flagelos, flautas, flechas,
flecos, flores, florones, garras, gorros, grapas, grecas, guantes, guirnaldas,
hábitos, hachas, hebillas, jarras, lanzas, llamas, llaves, manípulos, mantos,
martillos, mazos, mitras, muletas, nimbos, nubes, nudos, orlas, palios, palos,
panes, paños, parrillas, peanas, peces, pendones, peñas, pergaminos, pértigas,
pétalos, piedras, pináculos, platos, plumas, puntillas, puñales, rabos, racimos
de frutos, raíces, rastrillos, remates, repisas, ribeteados, rizos, rollos,
ruedas, sandalias, sierras, simientes de frutos, sobrepellices, sombreros,
sotanas, tablas de la ley, taburetes, telas, templos, tenazas, tiaras, tiras,
togas, torres, trajes, trajes romanos, trenzados, túnicas, turbantes, varas,
vasijas, vasos, velos, veneras, volutas...
Esta
impresionante cantidad de adornos se van modelando en el lugar apropiado de los
recuadros o paneles, formando unas representaciones vistosas y significativas.
GRANDES FIGURAS
En las sillas altas, hay grandes
figuras de santos, bien talladas, que
corresponden a la Iglesia
Universal. Hay 51.
Para conocer cada una de las
figuras, aconsejo que se dirijan a la del centro, llamado el lugar de la Mitra,
en cuyo asiento está representado Cristo y enumeramos con el 1. A su derecha
está la nº 2, etc. y así continua.
Después sigue la enumeración a la izquierda de la Mitra.
Los personajes aparecen de cuerpo
entero y de pie, en posición frontal. Algunos ligeramente ladeados, tallados en
medio relieve, situados bajo arcos de medio punto y en un recuadro rectangular
de madera ensamblado en dos paños. Sus medidas son de 1´22 metros de alto
por 0´52 metros de ancho. Salvo el de la Mitra y los dos ángulos de la
Sillería, que tienen medidas especiales.
Bajo cada una de estas figuras tiene una cartela en la que se podía poner su
nombre. Pero no hizo falta, pues cada una está caracterizada por los
instrumentos, vestimentas y adornos que le caracteriza.
ERROR
Sin embargo hemos encontrado dos de
los personajes que no corresponden a los nombres que anteriores historiadores
le ponen. Se trata de la figura que tiene el número 24 de la derecha de la Mitra y la que tiene
el número 48, a la izquierda de la
Mitra.
De la figura nº 24
escriben que se trata de san Vicente. Y de la figura nº 48 dicen que se trata de san Víctor, un soldado.
Puede verse en el escritor DEL SOLAR Y TABOADA, Páginas de Badajoz, 1949. Y anteriores investigadores.
Creemos que no se trata de esos dos
santos, sino de san Cosme y de san Damián. Dos hermanos gemelos, médicos, uno frente al otro, cuyas biografías denotan sus rasgos
distintivos que le caracterizan, como puede comprobarse en los adornos que
tienen tallados.
No obstante, quisimos estar seguros.
Marchamos a Madrid, a la Universidad Complutense, en donde había una profesora
muy ducha en arte, llamada Dª Julia
Campuzano, que había hecho un trabajo sobre la Sillería de Jerez de la Frontera
del convento de los Cartujos. Precisamente allí había trabajado con Cristóbal
Voisín, el artista Jerónimo de Valencia, principal tallador de la Sillería de
Badajoz.
Nos
aseguró que nuestra narración era correcta. Le invitamos a Badajoz. Vino.
Estuvo observando detenidamente nuestro Coro, que le gustó sobremanera. Y nos
aseguró que llevábamos razón. Es más, nos expone que se encuentran también sus
representaciones en el Altar Mayor de la Iglesia del convento dominico de san
Marcos, de Florencia, pintura de Fray Angélico (siglo XV); la escultura de san
Cosme, del escultor Montorsoli, en la Capilla Medicea, de Florencia (siglo
XVI); una tabla del Museo Farmacéutico de Ámsterdam, de la escuela de A.
Isenbrandt (s. XVI); etc. Afirmando que estas representaciones constituyen para
los creyentes una fuerte base a su fe y un consuelo para sus dolencias físicas,
reforzando sus esperanzas de curación por la intercesión de ellos”. En estas
representaciones se les ve con los símbolos que en esta Sillería se observan.
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